annabel lee

15 05 2010

En el campamento internacional en el que estuve el verano pasado, en Seattle, trabajamos un día en clase de inglés sobre el poema Annabel Lee, de Edgar Allan Poe. Los relatos de Edgar Allan Poe siempre me han parecido fascinantes. A muchos de mis compañeros de clase les encantan las películas de miedo que se hacen ahora (El grito, La maldición…), otros sólo pueden verlas en compañía. Yo ni siquiera lo he intentado. Sabiendo que río, lloro, me emociono enseguida con las películas, no quiero arriesgarme a tener que salir corriendo de la sala. Pero de los pequeños trozos que no he podido evitar ver (además soy una adicta a los tráilers) he sacado la conclusión que más que miedo, es susto. Te tapas los ojos, cuando acaba tienes que ir encendiendo todas las luces hasta llegar a tu cama y miras detrás de tí y debajo de la cama porque en cualquier momento puede aparecer alguno de los protagonistas, ya sea motosierra en mano o con las cuencas de los ojos vacías y las manos pálidas extandidas hacia tí.

Yo he leído el libro de cuentos de Edgar Allan Poe El escarabajo dorado y pocas veces he pasado tanto miedo. Eso sí que es miedo. No hace falta que te persigan los muertos, ni que lleven motosierras o tengan poderes sobrenaturales. Sufiecientemente terrorífico es pensar en aquel al que asesinan en una bodega, el pintor que mata a su amada porque atrapa su vida en el lienzo, el viejo que duerme con un ojo abierto, el escarabajo que pasa por la cuenca del ojo de una calavera, y sobre todo aquel condenado a muerte que ve descender lentamente un péndulo con una cuchilla que dentro de algunas horas le atravesará poco a poco el pecho… No puedes cerrar los ojos, sino que los tienes abiertos como platos hasta que acabas el relato. Te da igual encender o apagar las luces porque las imágenes siguen ahí, aunque sea a plena luz del día. La historia no te suelta hasta después de algunos días… Eso si que es terror.

Este poema no es de miedo, es muy triste, pero no terrorífico. El caso es que cuando acabamos la clase, me comentó un chico que Radio Futura tenía entre sus canciones una adaptación de Annabel Lee. Yo me quedé sorprendida, porque no conocía a nadie de mi edad a quien le gustase o conociese Radio Futura, ni mucho menos supiera de su adaptación del Poema de Poe. No es una de sus mejores canciones (en mi opinión), pero me gustó. Aquí os lo dejo todo: el poema primero, la canción (no os perdáis la estética del videoclip) y la letra en español. También algún podcast sobre Edgar Allan Poe de Radio Nacional Española.

Annabel Lee

It was many and many a year ago,
In a kingdom by the sea,
That a maiden there lived whom you may know
By the name of ANNABEL LEE;
And this maiden she lived with no other thought
Than to love and be loved by me.

I was a child and she was a child,
In this kingdom by the sea;
But we loved with a love that was more than love-
I and my Annabel Lee;
With a love that the winged seraphs of heaven
Coveted her and me.

And this was the reason that, long ago,
In this kingdom by the sea,
A wind blew out of a cloud, chilling
My beautiful Annabel Lee;
So that her highborn kinsman came
And bore her away from me,
To shut her up in a sepulchre
In this kingdom by the sea.

The angels, not half so happy in heaven,
Went envying her and me-
Yes!- that was the reason (as all men know,
In this kingdom by the sea)
That the wind came out of the cloud by night,
Chilling and killing my Annabel Lee.

But our love it was stronger by far than the love
Of those who were older than we-
Of many far wiser than we-
And neither the angels in heaven above,
Nor the demons down under the sea,
Can ever dissever my soul from the soul
Of the beautiful Annabel Lee.

For the moon never beams without bringing me dreams
Of the beautiful Annabel Lee;
And the stars never rise but I feel the bright eyes
Of the beautiful Annabel Lee;
And so, all the night-tide, I lie down by the side
Of my darling- my darling- my life and my bride,
In the sepulchre there by the sea,
In her tomb by the sounding sea.

Edgar Allan Poe

Annabel Lee – Radio Futura

Hace muchos, muchos años en un reino junto al mar
habitó una señorita cuyo nombre era Annabel Lee.
Y crecía aquella flor sin pensar en nada más
que en amar y ser amada, ser amada por mí.

Éramos sólo dos niños mas tan grande nuestro amor
que los ángeles del cielo nos cogieron envidia,
pues no eran tan felices, ni siquiera la mitad,
como todo el mundo sabe, en aquel reino junto al mar.

Por eso un viento partió de una oscura nube aquella noche
para helar el corazón de la hermosa Annabel Lee.
Luego vino a llevársela su noble parentela
para enterrarla en un sepulcro en aquel reino junto al mar.

No luce la luna sin traérmela en sueños,
ni brilla una estrella sin que vea sus ojos,
y así paso la noche acostado con ella,
mi querida hermosa, mi vida, mi esposa.

Nuestro amor era más fuerte que el amor de los mayores,
que saben más, como dicen, de las cosas de la vida.
Ni los ángeles del cielo, ni los demonios del mar
separaran jamás mi alma del alma de Annabel Lee.

No luce la luna sin traérmela en sueños,
ni brilla una estrella sin que vea sus ojos,
y así paso la noche acostado con ella,
mi querida hermosa, mi vida, mi esposa,
en aquel sepulcro junto al mar,
en su tumba junto al mar ruidoso.
Hace muchos, muchos años en un reino junto al mar
habitó una señorita cuyo nombre era Annabel Lee.
Y crecía aquella flor sin pensar en nada más
que en amar y ser amada, ser amada por mí.

Podcast:

– Del programa Polvo Eres (Radio 5), de Nieves Concostrina. Cinco minutos de humor negro, sobre entierros y muertes curiosas.

Podcast Polvo Eres – Nuevo entierro EA Poe

– También escuché un Videodrome (de Gregorio Parra, en Radio 3) sobre Poe, pero no encuentro el podcast. En cuanto lo «cuelguen», lo pongo. De todas formas, para acceder a todos los podcast del programa:

Podcast de Videodrome

Edgar Allan Poe (1809-1849)





el juicio de paris

14 05 2010

En este trimestre, una de las exposiciones orales que tenemos que hacer para inglés es sobre un mito o una leyenda, y yo hablaré del comienzo de la guerra de Troya. Sobre todo de los motivos «de culebrón»: que si éste quería casarse con la otra, que si abandonaron al hijo porque el oráculo dijo que malo, malo, que si la otra se venga porque no la han invitado a la fiesta… En fin, a mi me resulta mucho más fácil creer en los dioses del Olimpo, que eran (o son) apasionados, crueles, amantes, infieles, y nada imparciales, mucho más parecidos a los humanos, que en el dios perfecto que han creado algunas religiones monoteístas.

Como va siendo costumbre, os dejo el texto en inglés y luego la traducción, un poco más adornada y desarrollada. Para ilustrarlo, se me ocurrió buscar el juicio de paris en google… Y resulta que la Historia del Arte está plagada de representaciones del mito. Desde cerámica griega hasta reinterpretaciones kitsch, pasando por una analogía que me ha gustado muchísimo. Así que preparaos para ver mujeres  más mujeres en distintos estados de desnudez entre párrafo y párrafo, para endulzaros la lectura. ¡Todo sea por el Arte! Primero, un cuadro de la boda de Tetis y Peleo y otro de Eris, la diosa de la Discordia. Espero que os guste.

Bodas de Tetis y Peleo, Jordaens (s. XVI)

Eris representada en cerámica griega

As I love the ancient Greek myths, with all these gods and goddesses, heroes and monsters walking around I’ve decided I will talk about a very famous Greek myth, told by the author Homer in his epic The Iliad: The Trojan War.

But I’m not going to explain the battles, I’m not going to describe the ten long years the Greeks spent besieging Troy and it isn’t easy to remember which Greek hero killed which Trojan hero, so I won’t say that, either. What I am going to tell you is why this war started. Now, people say that everything began because of the richness of Troy, but I don’t believe this was the only reason. It is true that Troy was very wealthy. The city was located at the western entrance of the Dardanelles, formerly known as the Hellespont, a narrow strait in northwestern Turkey. Every ship that wanted to enter the Sea of Marmara coming from the Aegean Sea had to pay taxes to Troy.

Cerámica griega con motivos del mito de Paris y Helena.

Actualmente se encuentra en el Museo Louvre de París.


But in my opinion, everything started because of a completely different reason: the beauty of a young woman, the princess Helen of Sparta. Her father, King Tyndareus, had decided to marry her and a lot of suitors, princes, kings and heros came from overseas to ask for her hand in marriage. It was told that she actually was the daughter of Zeus, the most powerful god of the Olympus, who didn’t use to remain loyal to his wife. But either Helen was his daughter or not, she was considered the most beautiful woman that ever lived and she could turn a man crazy with only one look.

While Helen was deciding who would be her husband, the situation was very tense. Each suitor wanted to show that he was the strongest and the wealthiest. Tyndareus was worried, but Odysseus, the pirate king of Ithaka, known because of his intelligence, ingenuity and cunning, told him he knew a way to keep the peace between the visitors. He would force them to swear allegiance to Helen’s future husband, whoever she choose. If they didn’t do it, they would have to leave Sparta.

Finally, Helen chose Menelaus, the brother of Agamemnon, king of Mycenae. After the wedding, everybody sailed back home.

Mosaico encontrado en Sevilla. Hecho en el 500 d. C. aproximadamente.

At the same time, another wedding was being celebrated not far away. It was the wedding of Peleus, king of the Myrmidons, and the nymph Tethis, who would be the parents of Achilles. The gods and goddesses were eating together at the Mount Olympus, the mountain from which top the gods govern the world. All of them but Eris, the goddess of discord, who always used to ruin the parties where she went to with her crossness. To take revenge, she entered the party invisible and left a golden apple on the table, the Golden Apple of Discord, addressed to “The Fairest One”.

As expected, a fight started soon between three goddesses: Hera, Zeus’ wife, Athene, the goddess of wisdom, and Aphrodite, the goddess of love. All of them were incredibly beautiful and also powerful, that’s why no one in the Olympus could or wanted to choose one. At last, Zeus decided that a human man called Paris should be the judge of the beauty contest.

Obra anónima italiana, de 1430.


El juicio de Paris, de Francesco di Giorgio Martini, 1460.

Paris was the son of Priam, king of Troy, and his wife Hecuba, but his family had left him in a forest when he was a baby because an oracle had prophesied that he would bring misfortune to Troy. A shepherd found him and adopted him. So, Paris didn’t know anything about his noble birth.

When the three stunning goddesses appeared on the clearing where Paris was resting, he thought he was dreaming. But Hera, Athene and Aphrodite explained him their problem and asked him to give the apple to one of them. As they saw that Paris was incapable of deciding, they bribed him. Hera promised him power and glory, Athene offered him wisdom and Aphrodite offered him the love of the most beautiful woman, Helen. Of course, Paris gave the golden apple to Aphrodite. Then, the goddesses told him who his father was and Paris decided to go to Troy. Priam and Hecuba were very happy when they saw how handsome and noble their son had become and tried to forget the bad prophecy.

Juicio de Paris, atribuido a Dominico Veneziano (1461)

By chance, Paris was sent to Sparta as Troy’s ambassador. There he met Helen and soon they fell in love with each other. After a few days, the young couple escaped to Troy.

Menelaus got very angry and asked his brother Agamemnon and the other Greek kings to help him conquer Troy and get his wife back. Agamemnon was pleased to start the war, he wanted the richness of Toy for himself, and the other Greeks had promised allegiance to Menelaus… So, they all sailed to Troy and the battle began. It would last for ten years and end in a quite peculiar way, but this is another story. The one I wanted to tell you is finished!

El juicio de Paris, Sandro Botticellli (1485)

El juicio de Paris, Girolamo de Benvenuto (1510)

Como me encanta la mitología griega, con todos esos dioses, diosas y semidioses, héroes, reyes y monstruos rondando por el mundo, os contaré una historia de la Grecia Antigua, la que ya relatara Homero en su epopeya La Ilíada: la guerra de Troya. Con menos maestría y destreza en el uso de la palabra, sin versos ni figuras estilísticas, pero a cambio más corto y ligero de leer.

Sin embargo, por muy resumido que lo escriba, estaríamos aquí hasta mañana si os quisiera narrar las batallas, explicar las estrategias, describir los diez largos años durante los cuales los griegos asediaron Troya, acordarme de qué guerrero griego mató a qué guerrero romano y viceversa… Por eso trataré únicamente lo que desencadenó la guerra, lo que sucedió antes de que la sangre llegara al río, o, en este caso, al mar. Y aunque no todo el mundo está convencido de la existencia (por lo menos en aquellos tiempos) de los dioses del Olimpo, dan mucho más juego los motivos mitológicos que los posibles desencadenantes reales, que de una manera u otra siempre tienen que ver con el dinero… Así que saltamos rápidamente por encima de ellos, concediéndoles sólo tres o cuatro frases, para meternos en una maraña de líos, enredos, envidias, promesas, secretos y tretas de dioses y mortales en la Grecia Antigua.

Juicio de Paris, Niklas Manuel Deutsch (1517)

El juicio de Paris, Aelst Pieter van Coecke (1533)

El motivo básico, histórico, probablemente real, por el que estalló la guerra de Troya fue la riqueza de la ciudad (ya os lo he dicho: money, money…). Estaba situada en la Península de Anatolia, en la entrada oeste al estrecho de los Dardanelos, por entonces conocido como el Helesponto. El estrecho era la única entrada (¡y salida!) al Mar de Mármara para los barcos que venían desde el Mar Egeo para comerciar, y si querían pasar, tenían que pagar impuestos a Troya. Las arcas del rey, llenas por estos pagos, generaron la envidia de sus vecinos, que finalmente decidieron atacar Ilión (otro nombre por el que se conoce Troya).

Pero si pasamos ya al culebrón, lo que realmente dio lugar a la guerra fue algo que levanta más pasiones todavía que el dinero… La belleza de una mujer. No de una mujer cualquiera, sino de la princesa Helena de Esparta. Su padre, el rey Tindáreo, había decidido casarla e innumerables pretendientes habían venido desde todas las islas y demás regiones de Grecia para pedir su mano. Se decía que en realidad, Helena era hija del mismísimo Zeus, dios de dioses, que había seducido a Leda, la mujer de Tindáreo, en forma de cisne. Se decía también que por eso Helena había nacido de un huevo de cisne y que eso explicaba la blancura de su piel. Pero ya fuese cierto o no, era la mujer más bella que se había visto jamás, capaz de enloquecer a un hombre con una sola mirada. Era comprensible la afluencia de jóvenes (y no tan jóvenes) a la corte de Tindáreo.

Serie El juicio de Paris, de Cranach el Viejo (1512,1529 y 1530 respectivamente)

Mientras Helena decidía quién iba a ser su futuro esposo, la tensión crecía entre los pretendientes. Cada uno quería demostrar que era el más fuerte, el más rico, el más poderoso… Tindáreo estaba cada vez más preocupado. Pero Odiseo, el hombre de las mil tretas, el rey pirata de la isla Ítaca, conocido por su inteligencia, su astucia y su inventiva, encontró la solución. Hizo jurar a todos los pretendientes lealtad al elegido, quienquiera que fuese. Por cierto, que Odiseo unos días antes hubiera pedido su peso en oro por una solución así. Había acudido a Esparta como pretendiente, pero en realidad eso sólo era una escusa. Le interesaba establecer relaciones comerciales con otros reinos y se olía buenos negocios. Sin embargo había conocido en Esparta a la prima de Helena, la dulce Penélope y se había quedado prendado de ella. Así, ayudó a Tindáreo a cambio de que éste intercediese en su favor ante el padre de Penélope.

El juicio de Paris, Anselm Feuerbach (1870)

El juicio de Paris, Manfred Schwarz (s.XX)

Arreglado este asunto, Helena escogió a Melenao Atrida, hermano de Agamenón, el rey de Micenas, y después de la boda cada uno se metió en su barco y puso rumbo a casa.

No muy lejos de allí se estaba celebrando otra boda: la de la ninfa del mar o nereida Tetis y Peleo, rey de los mirmidones. Aunque Zeus estaba en realidad encaprichado con Tetis, rondaba por allí una profecía según la cual el hijo de Tetis sería más poderoso que su padre. Además, las relaciones entre padres e hijos en el Olimpo estaban de todas formas un poco tensas: Zeus se había convertido en el dios de dioses destronando a su padre Crono, que a su vez había alcanzado el poder destronando al suyo, Urano. Zeus no confiaba mucho en sus hijos, como para encima tener a uno que sería más poderoso que él. Así que renunció a Tetis. Tetis y Peleo, por cierto, serían más tarde los padres de un hombre que evidentemente superó a su padre: Aquiles. Pero eso es otra historia. Estaban, pues, todos los dioses reunidos en el Olimpo, en un banquete que nosotros no podríamos incluir ni en nuestros más exuberantes sueños, regado con la ambrosía divina. ¿Todos? Pues no… No habían invitado a Eris, la diosa de la Discordia, que solía arruinar todas las fiestas a las que asistía con su mal humor y su cualidad de meter cizaña… En fin, ¡de crear Discordia!

El juicio de Paris, Salvador Dalí (1950 y 1960)

Eris no dejó pasar el error y para vengarse entró en la fiesta invisible y dejó en el centro de la mesa una preciosa manzana dorada con la inscripción: “Para la Más Bella”. Tal y como había previsto, enseguida comenzó una disputa entre tres diosas, poderosas y hermosas la tres, aunque cada una a su manera: Hera, la esposa de Zeus, Atenea, la diosa del la sabiduría y del arte de la guerra, y Afrodita, la diosa del amor (aunque en un sentido más… físico y menos… romántico que el significado que pueda tener la palabra “amor” en la sociedad actual).

EL juicio de Paris, Ernst Ludwig Kirchner (1912)

Las demás diosas estaban de morros porque ni siquiera eran candidatas al premio, Hera, Atenea y Afrodita se miraban como si de un momento a otro fueran a abalanzarse unas sobre otras, ningún dios se atrevía a intervenir. Para salvar la fiesta, Zeus decidió delegar en un mortal el tomar la decisión y elegir a la más bella. Escogió como jurado del concurso de belleza a Paris, un pastor supuestamente justo que era, sin saberlo, el hijo del rey Príamo de Troya. Resulta que una profecía (¡otra!) había avisado a sus padres en cuanto nació de que traería la desgracia sobre Roma. Incapaces de matarlo, lo abandonaron en el bosque (ya ves tú, que padres más amorosos), donde lo encontró un pastor, que lo acogió como si fuera su propio hijo.

El juicio de Paris, Ivo Saliger (1939)

El juicio de Paris, Adolf Ziegler (alrededor de 1940)

Pero por muy justo que fuera Paris, cuando las tres diosas aparecieron en el claro donde descansaba, se quedó con la boca abierta, y después de que le hubieran explicado todo el problema, aún no era capaz de cerrarla. Viendo que no hacía ademán de decidirse, las diosas lo sobornaron: Hera le prometió gloria, poder y Europa y Asia bajo su gobierno. Atenea le ofreció sabiduría y convertirle en el mejor estratega y guerrero de la Historia. Afrodita se acercó y sólo le susurró al oído: “A cambio de la manzana, te daré el amor de la mujer más hermosa del mundo.” Por supuesto, Paris no dudó en entregarle el trofeo a Afrodita. Después, las deidades le explicaron de quién era hijo y Paris decidió probar suerte y viajar a Troya para presentarse ante sus padres.

El juicio de Paris, Charles Bell (s. XX)

Príamo y su mujer Hécuba se pusieron tan contentos al volver a ver a su hijo, un joven tan apuesto e inteligente, que intentaron olvidarse del oráculo y le aceptaron a su lado.

Pasado un tiempo, Paris fue enviado “por casualidad” a Esparta como embajador de Troya. A partir de entonces todo ocurrió muy rápido, y pocos días después, no se sabe si por fuga o por rapto, Helena ya estaba en Ilión.

El juicio de Paris, Antonio Mingote (1994)

Quizá su marido Menelao lo hubiera dejado todo como estaba, al fin y al cabo tenía el trono de Esparta. Su hermano Agamenón, en cambio, tenía ahora la excusa perfecta para atacar Troya y hacerse con sus riquezas, así que no dejó de insistir hasta que todos los antiguos pretendientes, ligados por el juramento de lealtad, embarcaran con sus ejércitos y navegaran hacia Troya.

El juicio de Paris, Robert Hodgins (2002)

El juicio de Paris, Mary Ellen Croteau (2006)

El juicio de Paris por Rubens, Eleanor Antin (2007)

Odiseo, del que había surgido la idea de la promesa, había tenido un hijo, Telémaco, y no quería abandonar a su familia. Para eludir el llamamiento, fingió haber perdido el juicio cuando fueron a verle Menelao y Palámedes. Cuando lo encontraron, empuñaba un arado tirado por un buey y un asno y sembraba puñados de sal y conchas en los surcos, mientras cantaba desvergonzadas canciones de navegantes. Palámedes no se dejó engañar y colocó al recién nacido Telémaco delante del arado. Odiseo tuvo que parar la comedia si no quería aplastar a su propio hijo. Viendo que había perdido, prometió implicarse en cuerpo, alma y mente en la guerra, promesa que cumplió con creces.

Pero eso también es otra historia.

El juicio de Paris, Verónica Analía Aguirre (2008)

El juicio de Paris o Paris y las prepago, Darío Ortiz Robledo

Encontraréis recopilaciones artísticas más extensas sobre el juicio de Paris aquí:

el vellocino de oro. blog de contenido sobre cultura griega y romana. ¡fantástico!

fachgruppe kunst/gymnasium salzgitter-bad. línea cronológica de cuadros en la página de un instituto alemán.

idyllĭum. blog de arte y mitología en español. muy interesante.

Para acabar, mi favorito. Lo podéis ver en el Museo del Prado.

El juicio de Paris, Federico Jiménez Fernández





L-O-V-E – Nat King Cole

9 05 2010

L is for the way you look at me.
O is for the only one I see.
V is very, very extraordinary.
E is even more than anyone that you adore can.

Love is all that I can give to you.
Love is more than just a game for two.
Two in love can make it,
Take my heart and please don’t break it.

Love was made for me and you.





las flores de las horas

8 05 2010

Os dejo algunas fotos que he hecho en Puentetoma, justo antes de que llegara la nieve y le diera una patada en la tripa a lo membrillos, que habían confiado en el buen tiempo y empezado a florecer. Sus flores son blancas, no tan espectaculares como las que describe Michael Ende en este fragmento de Momo, uno de mis libros favoritos, pero aún así me gustaron. Y anunque después del frío tuve la opotunidad de fotografiar las flores marchitas y los pétalos volando como enormes copos de nieve, pensé que era demasiado deprimente. Así que esta es una hora eterna, que no acaba nunca. ¡Mejor que pille en sábado y no en el trabajo o en el instituto!

«Poco a poco, Momo se fue dando cuenta de que se hallaba bajo una cúpula inmensa, totalmente redonda, que le pareció tan grande como todo el firmamento. Y esa inmensa cúpula era de oro puro.

En el centro, en el punto más alto, había una abertura circular por la que caía, vertical, una columna de luz sobre un estanque igualmente circular, cuya agua negra estaba lisa e inmóvil como un espejo oscuro.

Muy poco por encima del agua titilaba en la columna de luz algo así como una estrella luminosa. Se movía con lentitud majestuosa, y Momo vio un péndulo increíble que oscilaba sobre el espejo oscuro. Flotaba y parecía carecer de peso.

Cuando el péndulo estelar se acercaba lentamente a un extremo del estanque, salía del agua, en aquel punto, un gran capullo floral. Cuanto más se acercaba el péndulo, más se abría, hasta que por fin quedaba totalmente abierto sobre las aguas.

Era una flor de belleza tal, que Momo no la había visto nunca. Parecía componerse solamente de colores luminosos. Momo nunca había sospechado que esos colores siquiera existieran. El péndulo se detuvo un momento sobre la flor y Momo se ensimismó totalmente en su visión, olvidando todo lo demás. El aroma le parecía algo que siempre había deseado sin saber de qué se trataba.

Pero entonces, muy lentamente, el péndulo volvió a oscilar hacia el otro lado. y mientras, muy poco a poco, se alejaba, Momo vio consternada, que la maravillosa flor comenzaba a marchitarse. Una hoja tras otra caía y se hundía en la negra profundidad. Momo lo sentía con tal dolor, como si desapareciera para siempre de ella algo totalmente irrepetible.

Cuando el péndulo hubo llegado al centro del estanque, la extraordinaria flor había desaparecido del todo. Pero al mismo tiempo comenzaba a salir, al otro lado del estanque, del agua negra, otro capullo. Y mientras el péndulo se acercaba lentamente a él, Momo vio que el capullo que comenzaba a abrirse era mucho más hermoso todavía. La niña dio la vuelta al estanque para verlo de cerca.

Era totalmente diferente a la flor anterior. Tampoco los colores de ésta los había visto jamás Momo, pero le pareció que era todavía más rica y preciosa que la anterior. Tenía un olor completamente diferente, más maravilloso, y cuanto más la miraba Momo, más detalles extraordinarios descubría.

Pero de nuevo volvió el péndulo estelar, y toda esa maravilla se disolvió y se hundió, hoja a hoja, en las inescrutables profundidades del estanque oscuro.

Lentamente, muy lentamente, el péndulo volvió al otro lado, pero no alcanzó exactamente el lugar anterior, sino que había avanzado un corto trecho. Y allí, a un paso del punto anterior, comenzaba a emerger y abrirse nuevamente un capullo.

Esa flor era, realmente, la más hermosa, según le pareció a momo. Era la flor de las flores, un milagro.

Momo hubiera querido llorar cuando tuvo que ver que también esa perfección comenzaba a marchitarse y a hundirse en las oscuras profundidades. Pero recordó la promesa que le había hecho al maestro Hora, y calló.

También al otro lado había avanzado un paso el péndulo, y de las negras aguas comenzaba a surgir una nueva flor.

Momo se fue dando cuenta de que cada nueva flor era totalmente diferente a la anterior y que la que estaba floreciendo le parecía cada vez la más hermosa.

Paseando todo el rato alrededor del estanque, miraba cómo nacía y se marchitaba una flor tras otra. Y le parecía que nunca se cansaría de este espectáculo.«

Michael Ende

Momo

cap. XII: Momo llega al

lugar de donde viene el tiempo





espaguetis en su salsa

7 05 2010

Ahora que mi vida se va a volver mucho más multicultural e intercultural, diversa y diferente, me parece apropiado subir esta foto y el texto que la acompaña. La hice para el concurso de fotografía «2010 Retratos de una Generación», organizado por vivelaculture.com, una página francesa. Se trataba de representar en una foto a nuestra generación, y todas las fotos enviadas serán incluidas en el cartel español de la película Les Beaux Gosses. La verdad es que la hice espontáneamente, más para inmortalizar los colores efímeros de los espaguetis extralargos del mercadona (efímeros porque dimos buen provecho de ellos en cuanto cayeron en nuestros platos) que por ganar el concurso. Aprovechando estos colorines, escribí (con aportación de ideas de Andrea) una sinopsis, que pretendía en parte justificar la foto y compensar su… ¿sinsentido? Aquí os lo dejo.

Somos verdes, porque de nosotros dependerá en pocos años la conservación del medio ambiente y nos hemos educado hacia la sostenibilidad. Somos negros por el conocimiento que plasmado en tinta hemos absorbido y seguimos absorbiendo durante nuestros años de estudio. Somos amarillos y naranjas. Amarillos, porque queremos convertir nuestras ideas y proyectos en capital, pero naranjas porque no pensamos sólo en el dinero, sino que tenemos ideales más allá de la riqueza. Somos rojos por nuestra pasión y la energía vital que usamos para alcanzar las metas que nos proponemos.

En definitiva, como un paquete de espaguetis multicolor.

Rígidos, acostumbrados a una estructura y a un orden exactos, nos echan al bullicio de la vida, donde debemos aprender a ser flexibles y adaptarnos, pero sin perder la textura al dente. Estamos juntos y revueltos, cada uno en su salsa diferente y complementando nuestros sabores, porque en la variedad está el gusto.

Supongo que en Noruega también seremos uns gran olla de espaguetis, aunque quizá no en salsa boloñesa como los tomamos en Puentetoma, sino acompañados de marisco u otras delicias (no sé lo que se come en Noruega), pero espaguetis al fin y al cabo…





Underwood girls

18 03 2010

Quietas, dormidas están,
las treinta, redondas, blancas.
Entre todas
sostienen el mundo.
Míralas, aquí en su sueño,
como nubes,
redondas, blancas, y dentro
destinos de trueno y rayo,
destinos de lluvia lenta,
de nieve, de viento, signos.
Despiértalas,
con contactos saltarines
de dedos rápidos, leves,
como a músicas antiguas.
Ellas suenan otra música:
fantasías de metal
valses duros, al dictado.
Que se alcen desde siglos
todas iguales, distintas
como las olas del mar
y una gran alma secreta.
Que se crean que es la carta,
la fórmula, como siempre.
Tú alócate
bien los dedos, y las
raptas y las lanzas,
a las treinta, eternas ninfas
contra el gran mundo vacío,
blanco a blanco.
Por fin a la hazaña pura,
sin palabras, sin sentido,
ese, zeda, jota, i…

Pedro Salinas





de nota a nota…

5 03 2010

… y tiro porque me toca. En esta época de exámenes (ahora es cuando se ponen maduros y comienzan a caerse de los árboles) en la que yo me tengo que poner a estudiar y abandonar por algunas semanas los placeres mundanos para dedicarme al saber y al conocimiento, os voy a dejar un juego que diseñé para Música el año pasado, para que os divirtáis por mí. Es un juego de rol, de esos que están de moda ahora, pero también un juego de los de siempre, de tirar el dado y mover la ficha cinco casillas.

El argumento de la Odisea Musical, a falta de título más original, es el siguiente:

Pentagrammus XII, Rey del próspero país de Melodia, ha despedido al Maestro de la Capilla Real por traspapeleo de notas, así que la deseada plaza está vacante. Seis compositores y músicos de muy diferentes estilos, procedencias e ideas se han puesto en camino para meter su currículum en el buzón del palacio. Pero para que sea creíble y verídico, el currículum debe incluir cinco pertenencias del solicitante. Lamentablemente, los seis personajes de este juego han sido poco cuidadosos con sus cosas y éstas están desperdigadas por la geografía de Melodia. Esto da lugar a no pocos equívocos. ¿Esta partitura será de éste o de aquél? ¿Quién es el verdadero dueño del maravilloso Stradivarius? No será fácil llevar la larga travesía a buen puerto, conseguir lo necesario y resolver las disputas. Nadie sabe quién eres tú, ni tú sabes quiénes son los demás. Pero lo que sí sabéis todos es que no podéis ignoraros. Sois rivales, pero también aliados, seguramente no podréis conseguir vuestro objetivo sin la ayuda de los otros. Elegid si confiar en los demás y revelar vuestra identidad o permanecer en el anonimato, aunque éste puede no durar mucho si tienes compañeros perspicaces. Vuestra estrategia puede ser no ayudar a nadie e ir por libre, poner trabas a los demás o cooperar, todo tendrá consecuencias buenas y malas. El juego lo gana aquel que llegue primero al buzón con la solicitud y el currículum en orden.

Arriba, en música enlatada, podréis leer las instrucciones, ver las fotos del tablero y demás material y echar un vistazo a las biografías de los músicos que he elegido. ¡Y después venis todos a puentetoma a jugar conmigo!